Plan Marshall en España


El Plan Marshall fue el Programa de Recuperación Europea en el que EE UU invirtió $13,300 millones entre 1947 y 1952.


Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, ante la carencia europea y la inviabilidad financiera de comprar productos norteamericanos este plan de ayuda demandaba una coordinación previa de los países europeos para su aplicación. Para ello se celebró en junio de 1947 una Conferencia en París a la que asistieron dieciséis países. La Conferencia tenía los siguientes objetivos: prevenir la expansión del comunismo en Europa, impedir la insolvencia europea que hubiera tenido fatídicas consecuencias para la economía de los Estados Unidos y crear una estructura que favoreciera el mantenimiento y la implantación de regímenes democráticos.

Este plan de rescate económico lleva el nombre del Secretario General estadounidense George Marshall, que en 1953 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz gracias al desarrollo de dicho plan de ayuda económica.

El golpe de comunista de Praga en febrero de 1948 precipitó la aprobación del Plan por parte del Congreso norteamericano en abril de 1948. Durante ese mismo mes se creó la OECE (Organización Europea de Cooperación Económica) para repartir y concretar la ayuda. 

Se conoce que el éxito del Plan Marshall fue esencial para la recuperación económica y el asentamiento de los regímenes democráticos en Europa Occidental. No obstante, la España franquista, que no cumplía ningún requisito democrático pues vivíamos en un régimen dictatorial, fue excluida del Plan lo que hizo aún más duro el lento proceso de recuperación de nuestro país tras la guerra civil.

Sin embargo, en los EE UU la opinión sobre cual debía de ser la actitud hacia España fue cambiando debido al carácter profundamente anticomunista del «Régimen», el cual le interesaba a los EE UU por la amenaza comunista por parte de la URSS (guerra fría).

Este acercamiento por medio del «Informe Kennan» (entre otros), hizo que tan sólo dos meses después del comienzo de la Guerra de Corea, los EE UU concedieran a España un crédito de 62,5 millones de dólares, a los que seguirían otros créditos y ayudas alimenticias y, lo que es más importante, los EE UU se ponían en cabeza de los países que en la ONU pedían la derogación de la resolución que en 1946 había supuesto el boicot diplomático a España. 
A partir de 1951 Truman también empezó a rebajar sus exigencias democratizadoras. No obstante, la actitud cerrada de Franco impidió el éxito de esta política de acercamiento. 

Jaime Pato
En abril de 1952 comenzaron las negociaciones entre España y los EE UU para alcanzar un acuerdo de defensa y económico, las cuales resultaron muy duras. Y finalmente, el 26 de septiembre de 1953 se firmaba el «Pacto de Madrid», el cual contenía tres acuerdos bilaterales: de defensa mutua, de cooperación económica y de asistencia técnica.

Los EE UU iban a lograr su objetivo de instalar una serie de bases militares en España, a cambio de una ayuda económica que quedó sin determinar (aun no existe un acuerdo entre los investigadores sobre la cifra total de la ayuda americana). Además, el gobierno español se comprometió a introducir medidas económicas liberalizadoras y a poner fin a la autarquía.

Al fin, España recibió dicha ayuda a través de tres canales diferentes. Uno de ellos fue la propia ayuda, otro los fondos de la Ley Pública 480 y los provenientes de la «Enmienda McCarran». Igualmente, hemos de mencionar la existencia de los «fondos de contrapartida» generados por la misma ayuda (estos fondos eran el valor en pesetas del importe en dólares de la ayuda). Esto quiere que parte de la ayuda que los norteamericanos facilitaron a España fue destinada a atender las necesidades militares y económicas de los norteamericanos en nuestro país.

No obstante, la libertad del Gobierno español estaba limitada tanto en el uso de los productos alimenticios y con los préstamos concedidos para la compra de productos agrícolas que permitieron dar salida a los excedente norteamericanos como para emplear los fondos generados por la ayuda; pues el Gobierno tenía que consensuar con las autoridades americanas el destino de los fondos y los programas de inversión que se ejecutarían con los mismos.


Finalmente, el movimiento liberalizador que condicionaba a España se agotó y, ante el inminente colapso de la economía española se abordó un nuevo y serio proyecto de liberalización y apertura económica en 1959. Este proyecto sería al que conocemos como el «Plan de Estabilización», en el que ya tuvieron un importante papel algunos 
destacados economistas españoles.

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